Los resultados académicos son una escala muy importante para los alumnos, pues durante su paso por la escuela, el número que obtienen en las evaluaciones se convierte en una medida absoluta que los libra de la ira de sus padres o los lleva a la ruina. Si bien la escuela suele ser la única responsabilidad de los alumnos (no en todos los casos), no es algo que puedan pasar libres de estrés.
Algunos alumnos navegan bastante bien por el mundo académico y logran resultados favorables la mayor parte de las veces, pero otros se sienten presionados y perdidos en cuanto a calificaciones se refiere, esto a la larga genera desinterés o problemas de ansiedad. ¿Cómo ayudarlos a pasar mejor ese tránsito?
¿Cómo afecta el estrés?
El estrés de obtener buenas calificaciones no solamente es una tensión pasajera. Durante la temporada de exámenes, al inicio del ciclo escolar o en los cambios de etapas, los alumnos enfrentan mucho estrés que proviene de la exigencia académica y social de la escuela, esto aumenta los niveles de cortisol en el cuerpo, lo que provoca azúcar en sangre, un cambio en el metabolismo y, aunque en ocasiones ayuda a mantener la concentración, a la larga también provoca cambios en el cerebro que mantienen alerta a los alumnos y evita que se enfoquen en algo. Si el estrés es constante y alcanza ciertos niveles, a la larga los alumnos se convertirán en personas ansiosas e inseguras.
Presión por parte de los padres
Algunos de nuestros alumnos podrían experimentar una fuerte presión desde su casa, donde padres exigentes o autoritarios dan a sus hijos la tarea de ser perfectos en todos los sentidos. Padres que, preocupados en exceso por el futuro de sus hijos, buscan que los niños tengan calificaciones que garanticen una buena educación. Ante esto lo más importante es hacerle ver a los papás que el rendimiento escolar no es un determinante absoluto, no dejarlos solos es importante, pero tampoco exigir de más. Recordarle a estos padres lo importante que es que un niño se sienta querido sin importar sus calificaciones o sea felicitado por su esfuerzo es necesario, no todos querrán escucharlo, pero algunos necesitan oír esto antes de la siguiente ronda de exámenes.
Quizá sea necesario hacerle ver a esos padres que la acción de la escuela no se ve reflejada solamente en la boleta de calificaciones, también en el desarrollo social de los niños, en la adquisición de habilidades de comunicación y en general, en todos los aspectos de su vida.
En el salón de clases
Es inevitable que los alumnos se estresen cuando llega la temporada de evaluaciones o si enfrentan algún examen importante (como los de admisión para secundaria o bachillerato), pero hacerlos sentir seguros beneficiará a los alumnos e incluso podría ser lo que necesitan para obtener mejores números, pues llegarán a los exámenes tranquilos, seguros de sí mismos y sin sentir que de ello depende todo en su vida. Darles a los alumnos la oportunidad de practicar y repasar sin sentir tanta presión puede ser estratégico, no es que los exámenes pierdan su valor, pero no hacerlos ver como una única oportunidad.
Por otro lado, tener una actitud abierta y conciliadora ante los malos resultados permitirá que los alumnos vean una oportunidad para aprender y mejorar.
¿Cómo se mide la inteligencia?
Algunos estudios han comprobado que los estudiantes se estresan mucho más cuando sienten que ser inteligente es algo que ya está determinado, en cambio, quienes ven la inteligencia como algo que se desarrolla con el trabajo se sienten más seguros y tienen menos miedo de fracasar en los estudios. Es importante hacerle saber a los alumnos que un mal resultado no determina su inteligencia ni su talento, sólo así sentirán entusiasmo de intentar nuevamente y verán en ello más una oportunidad que una desilusión.
Nuestros alumnos pueden llegar a sufrir consecuencias por el estrés que se genera ante las calificaciones, ayuarlos a ver este tránsito