Conocidas como habilidades transversales o soft skills, existe una serie de herramientas emocionales y sociales que sirven y servirán a los alumnos cuando salgan de la escuela y continúen su vida laboral, pero que muchas veces no se consideran dentro de las necesidades educativas, ni de los programas de clase.
Soft Skills se llama a ciertas habilidades que han tomado relevancia en los últimos años, pues se les ha considerado como habilidades para el futuro (incluso hoy en día), que servirán a quienes busquen un trabajo para desarrollarse mejor en sus centros de trabajo y a destacar. Se trata de trabajo en equipo, liderazgo, asertividad, capacidad de adaptación, comunicación y buenas relaciones con los otros.
Estas habilidades no solo son útiles para el trabajo, sino para la vida en general, pues no se trata solamente de habilidades técnicas o conocimientos académicos, sino de convivir con otras personas y desarrollarnos en un ambiente en constante cambio.
SEL, como se conoce gracias a sus siglas en inglés, va más allá de considerar las habilidades suaves como habilidades para el trabajo y da al aprendizaje social y emocional un lugar muy importante dentro de la escuela. Incluye herramientas necesarias para la vida diaria y también para el desarrollo académico de los alumnos, pues un correcto manejo de emociones, sensaciones y socialización es la base para que los estudiantes puedan tener un mejor desempeño, además considera que se trata de habilidades que deben ser enseñadas y practicadas diariamente en la escuela, al igual que las materias académicas, ya que solo a través del reforzamiento se adquirirán las fortalezas y destrezas asociadas a la inteligencia emocional.
El aprendizaje social y emocional incluye atención en habilidades personales y de socialización, por lo que es importante que los docentes y los alumnos practiquen la autorregulación, la conciencia personal y social, el trabajo en equipo y la toma de decisiones. Este tipo de aprendizaje varía y depende mucho del enfoque que se dé en la escuela o en el salón de clases, pero básicamente se trata de brindar herramientas a los alumnos para lograr un bienestar y equilibrio que les ayude a sentirse seguros para aprender en la escuela.
Con la enseñanza social y emocional podemos trabajar aspectos de la vida diaria escolar que no siempre son fáciles de tratar, problemas como la deserción escolar, conductas desafiantes o bullying tienen un origen social y emocional que puede trabajarse a través de la autorregulación y la conciencia social, pues se trabaja la empatía, la atención consciente, la cooperación, la comunicación y el control de nuestras emociones.
Esto puede llevar a mejores resultados académicos (si un alumno atraviesa una situación difícil o le cuesta controlar su enojo, dotarlo de herramientas prácticas para manejar su estrés le ayudarán a estar más tranquilo y concentrarse en los estudios), en una escuela unida y con menos problemas de comunicación y convivencia, con una mejor calidad de vida para docentes y alumnos.
¿En tu escuela o en tu salón de clases existe un enfoque hacia el aprendizaje social y emocional? ¡Comparte con nosotros!