En verano todos tenemos altas expectativas, ya sea de descanso o con respecto a disfrutar aventuras nuevas y en medio de la esperanza de un verano extraordinario, los adolescentes, especialmente, atraviesan cambios y retos propios de la edad, que hacen de la vida diaria un reto nuevo. Como docentes sabemos que al llegar a esta etapa las cosas se complican y como padres, esta puede ser una aventura que ponga a prueba muchas de nuestras creencias.
Los veranos son siempre momentos interesantes, de convivencia y de construcción de lazos, pero la pandemia ha hecho más difíciles algunos días y la adolescencia de nuestros pequeños puede agudizar nuestras dificultades. Aquí hablamos un poco de cómo comunicarse con ellos y cómo mejorar la convivencia diaria con los jóvenes en casa.
Durante la adolescencia, estos niños y niñas que parecían adorar a sus padres, escucharnos y emocionarse ante todas nuestras ideas se transforman en jóvenes desafiantes, que cuestionan cualquier decisión y se muestran molestos ante casi cualquier sugerencia, si pensamos que con ellos conviviremos de cerca durante el verano, sin las ocupaciones de la escuela y sin poder disfrutar de vacaciones al exterior debido a las restricciones de distanciamiento social, podría parecernos un reto extraordinario y si no manejamos bien las cosas podría provocar dificultades en la relación que mantenemos con ellos.
Recordar esta etapa a veces puede conducir a una idealización de las cosas, porque nos llegan oleadas de cosas maravillosas que dejamos atrás y una falsa sensación de que todo tiempo pasado fue mejor, con menos presiones o preocupaciones. Ser adolescente no es fácil y serlo en un ambiente con tan pocas certidumbres es aún más complejo.
Es importante entender que los adolescentes están pasando por una etapa que en sí misma es compleja, de pronto experimentan cambios importantes, tanto físicos como emocionales. Hay más presión social, nuevas relaciones, una forma de ver a los adultos que le rodean muy diferente y una inclinación natural a la impulsividad, así como la necesidad de ser aceptados socialmente. Su deseo es convivir con sus pares, pero al mismo tiempo despiertan inseguridades y temores propios de la etapa que viven, relaciones complejas y vínculos nuevos. Además de todo esto, la transición que viven les hace sentir que ya no son niños pequeños, pero se dan cuenta de que tampoco son adultos.
Si tenemos esto en mente nos daremos cuenta de que hablar con ellos tiene que ser diferente a como lo hacemos con los niños, es necesario escucharlos, entender que tienen preocupaciones y dificultades que para ellos son muy importantes. No podemos subestimar sus necesidades, ni sus palabras, si algo para ellos resulta importante debemos tomarlo en cuenta, porque quizá para nosotros como adultos suene trivial, pero para ellos no es así.
Evitar la intransigencia también es esencial. Ahora que son mayores es posible que cuestionen las reglas y límites que ponemos en casa, por lo que darles explicaciones sí es necesario, no podemos imponer autoridad a partir del “porque lo digo yo”, ya que eso derivará en desafíos y molestias. Todas las reglas que ponemos tienen una razón y hablar con los adolescentes de estas razones es realmente necesario, así como dejar muy claras cuáles son las consecuencias de sus actos, no solo para ellos, sino para que sepan cómo afectan sus acciones a otras personas.
Evitemos las contradicciones. Si esperamos que ellos sean ordenados y cooperativos, también debemos serlo nosotros, si queremos que nos presten atención, nosotros debemos ser atentos con ellos. Si queremos su confianza, necesitamos confiar en ellos, quizá tengamos algunos tropiezos, pero es mejor construir el diálogo a través de una relación justa, donde vean que también nosotros somos coherentes con lo que les pedimos.
También es necesario implicarlos en la toma de decisiones, ya no son niños pequeños, ahora buscan independencia, autonomía y control sobre sus vidas, por lo que invitarlos a participar en las decisiones de la familia es muy importante, si vamos a salir a algún lado tomar en cuenta sus opiniones es importante, así como incluirlos al momento de planificar las actividades al interior, cuáles tareas realizarán o cuál es su papel en el desarrollo familiar.
Una de las preocupaciones más comunes para los padres en este momento es el uso de la tecnología, pues los dispositivos están por todas partes, así como la conexión a internet. Es importante entender que los adolescentes no solo se entretienen por medio de los celulares, las consolas o las computadoras, gran parte de su vida social está inmersa en estos objetos, así que tratar de prohibirlos o limitarlos con mucha fuerza puede resultar contraproducente para ellos. Es mejor ser abiertos, hablar con ellos de cuáles son los riesgos y preocupaciones que sentimos ante estos y abrir los canales para saber qué está pasando cuando hablan con personas a través de estos dispositivos. Aunque el grooming, el cyberbullying, la adicción a las redes sociales y el contenido inapropiado son una realidad, lo más importante para prevenirlos es tener una buena comunicación con los jóvenes, educarlos en el uso de sus redes y conocerlos bien, para detectar cualquier cambio.
Estas vacaciones la convivencia con los adolescentes podría ser la oportunidad perfecta para reforzar nuestros vínculos. ¿Cuáles son tus estrategias para una buena comunicación con ellos? Comparte con nosotros.