Aunque enseñar puede ser una actividad apasionante y placentera, también está rodeada de muchas presiones y algunos disgustos que, aún si no tienen una relación directa con nuestro trabajo, sí lo afectan.
Debido a todo esto, puede ocurrir que un maestro apasionado por su labor, hábil y muy dispuesto a aprender, poco a poco pierda la motivación y desaparezca en él el placer de dar clases. Esto representa un peligro para el bienestar del maestro, pero además afectará a sus estudiantes. Conforme esta sensación se extienda, nuestro cerebro comenzará a perder la habilidad de sentir placer, esto inevitablemente acabará en rechazo al trabajo y puede llevar a problemas más serios de salud, tanto física, como emocional.
Si este regreso a clases más que emocionarte te ha hecho infeliz o sientes que las presiones del trabajo son más grandes que las cosas buenas, da un paso atrás y relájate.
Sal del salón de clases
Normalmente pasamos el día entero encerrados al interior de la escuela, vamos del salón, a la dirección, a la sala de maestros, sin saber si el día ha estado nublado o despejado. Cambiar el lugar de una de nuestras actividades y hacerla en un lugar abierto puede cambiar toda nuestra perspectiva, haz que al menos diez minutos de tus sesiones o la junta con otros maestros ocurran en el patio de la escuela, todos podrán sentir el sol y el aire libre. Este sencillo cambio puede traer grandes beneficios, incluso para la química cerebral.
¡Música!
El salón de clases puede llegar a ser un espacio demasiado tenso y serio, alégralo con un poco de tu música favorita y llévala hasta donde sea posible, seguramente hay algunas actividades de tu currículo que se pueden llevar a cabo con un agradable fondo musical, puedes incluso invitar a tus alumnos y colegas a participar con propuestas musicales para ese momento. Todos sentirán que forman parte del espacio en el que trabajan y se relajarán un poco.
¡Cancela una vez!
Darte permiso de cancelar alguno de tus pendientes de vez en cuando. Cuando sientas que las presiones son demasiadas déjate liberar tu agenda en algún momento. Si está en tu poder, cancela una reunión o junta alguna vez, esto hará sentir libres a los otros miembros de la junta y a ti mismo. Si no, al menos date la oportunidad de cancelar algún evento, sí, es la oportunidad de irte de pinta, aunque sea solo de vez en cuando.
Lleva un diario de alegrías
Escribir es una recomendación que vale la pena repetir. Expertos en psicología se han dado cuenta que escribir es siempre una oportunidad de cambiar la historia, pues nos da la oportunidad de ver una perspectiva diferente de las cosas, de expresar nuestros sentimientos y de acomodar nuestras ideas, así que llevar un diario en el que narres las cosas que te hacen feliz te ayudará a tenerlas presentes y hacerlas mayores.
Devuelve un favor
Incluso en los momentos más difíciles, seguramente hay alguien que ha estado contigo, que te ha ayudado a superar algún reto o que simplemente te saluda todos los días con una sonrisa y te devuelve el ánimo. Una manera de hacer crecer tu energía positiva es ser generoso y qué mejor que serlo con alguien que te apoya. Escribe una tarjeta de agradecimiento, ayuda a esa persona a llevar sus cosas o, si puedes, ayúdale en temas más grandes. No importa si es algo pequeño, solo date la oportunidad de sentirte bien al hacer sentir bien a otros.
¿Has sentido que dar clases ya no es tan placentero como antes? ¡Cuéntanos cómo haces para devolverle el brillo a tu trabajo!