Leer es una actividad muy importante para la vida escolar, así como para el desarrollo profesional, sin embargo, culturalmente es poco el entusiasmo que esto despierta en los alumnos e incluso en los adultos.
A pesar de esa “mala fama”, leemos y mucho, solo que no leemos como creemos que debemos hacerlo. Por otro lado, la cultura que vivimos actualmente en todo el mundo privilegia la parte visual y esquemática, más que la parte textual, así que todos estamos cada día más acostumbrados a ver películas o a conocer por medio de infografías antes de leer artículos o libros.
Una de las primeras respuestas que da un niño o joven que no le gusta leer cuando se le cuestiona al respecto es que “leer es aburrido”. Esta respuesta puede que esté asociada a su experiencia de la lectura, donde agarrar un libro forma parte de una tarea, una obligación o una fase del día que limita su oportunidad de divertirse, pero también a los mitos que socialmente relacionamos a la lectura.
Muchos asociamos la lectura a estereotipos de inteligencia, cosa que da a la lectura un aspecto de admiración, pero también la hace lejana, poco relacionada con nuestra vida diaria.
Si queremos que los niños o jóvenes que están peleados con los libros se acerquen a ellos es necesario cambiar esa visión de la literatura y de la lectura. Quitarle la parte aburrida y la parte inalcanzable para hacerla común, una parte más de la vida diaria.
Hacer de los libros un paso más, un recurso y algo natural en nuestro día a día hará más factible que se abran a ellos. Crear proyectos en los que los alumnos tengan que acceder a los libros antes de llevarlo a cabo, pero no como una obligación, sino como algo natural es una buena estrategia. También ofrecer libros que se relacionen con sus objetivos, con sus intereses y con su personalidad cambiará la perspectiva que tengan al respecto.
Plantear su uso normal en el salón de clases como una herramienta para resolver problemas es importante, así como abrir espacios en los que se lea como una actividad placentera y agradable. Los seres humanos aprendemos por imitación, así que ver a los adultos leer, conectar con los libros y hacer que formen parte de su ambiente es muy importante.
La lectura es una tarea solitaria. Cuando nos decidimos a leer un buen libro no es posible hacerlo en sociedad, como bailar o comer, que son tareas en las que podemos compartir y conversar con otros, por lo que esto le resta atractivo a hacerlo. Así que hacer actividades en donde se pueda socializar lo que leemos es importante para hacerlo parte de las actividades que hacemos en grupo.
Crear clubes de lectura o incitar a la conversación y al debate en una lectura conjunta incitará a los chicos para no quedarse atrás, como la emoción que sienten al salir un episodio de su serie preferida.
Algo que muchas veces no tenemos en cuenta es que nadie es igual a otro, por lo que el desarrollo y las habilidades pueden no estar al mismo nivel entre todos los alumnos. Esperar que todos lean lo mismo y al mismo tiempo hará sentir a quienes se les dificulta que nunca podrán hacerlo. Y generará aversión a la lectura como actividad. Por eso es importante que si detectamos un alumno que rechace la lectura, le demos la oportunidad de tratar con otros textos, algunas más o menos difíciles, sin juzgarlo y sin presionarlo. Tal vez esto le facilite la actividad y descubra la parte divertida de leer.
¿Cómo incentivas la lectura entre tus alumnos? ¿Has probado estrategias interesantes en el salón de clases o en la escuela?